"Por mi parte, al mínimo intento de cerrar el acuerdo por escrito, obtuve una serie de clichés bien medidos sobre la confianza y el honor entre caballeros.
Ante un ligero aumento de tensión decidí no caldear más el ambiente y pregunté sobre la actividad de su empresa.
La figura deslizó un sobre cerrado sobre la mesa dejándolo a mi alcance y remató verbalmente:
No quiero aburrirle con ciertos “detalles”. Aquí está toda la información que necesita. Deberá planearlo todo y ejecutarlo antes de la fecha indicada. Recibirá el dinero noventa días después de la ejecución del encargo. No creo necesario que volvamos a reunirnos.
Sólo cabía aceptar o rechazar la propuesta. Miré el sobre cerrado a cal y canto. Llevaba demasiado tiempo sin ninguna oferta remunerada, pero un simple un apretón de manos tampoco me iba a solucionar la vida, por lo que pedí un anticipo del pago.
-No hay problema. Pero recuerde lo pactado. Lo hará de manera precisa y rápida.
Cuando salí del ruinoso edificio un escalofrío recorrió mi cuerpo. Deseaba recobrarme de aquella experiencia y despejarme un poco. El anticipo era ridículo en comparación con la suma total prometida, pero al menos era algo con lo que empezar a trabajar. La documentación del sobre concretaba el qué, el cómo y el dónde. Ningún párrafo mencionaba mi situación en todo aquello. Eso me descolocó un poco." (Continuará...)
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